lunes, 16 de enero de 2012

Argumentos


Argumentos
para una mayor igualdad
Una respuesta a Plataforma

Esta carta pretende escapar a una falsa polarización. Quienes firman Plataforma, quienes adhieren y promueven Carta Abierta y quienes firmamos estos “Argumentos” afirmamos desear que la Argentina sea una sociedad más igualitaria. ¿Cómo es posible que nuestro diagnóstico acerca de lo que sucede en el país sea tan distante al de Plataforma?
El pensamiento crítico, que reivindicamos, distingue entre cualidades diferentes, se adentra con cuidado en procesos complejos. No descalifica a los adversarios o a quienes piensan diferente: construye argumentos. Quienes firmamos este texto creemos que es urgente desplegar un debate franco, que busque reconocer los matices y complejidades del proceso actual.
Cuando se parte de una presuposición, por ejemplo que este gobierno es calamitoso o maravilloso, y de ello se deriva que todo lo que haga ese gobierno tendrá esa misma cualidad, se está renunciando al análisis político y a la principal función de la crítica que es la capacidad de distinguir.
Los firmantes de Plataforma 2012, con algunos de los cuales hemos compartido muchas luchas, parten de una idea que consideramos equivocada: este gobierno es nefasto y sólo hace cosas nefastas. Vamos a detenernos en las principales afirmaciones:
1)     “Se ha profundizado la desigualdad”. Esto no puede afirmarse y menos aún al pasar. Los compañeros saben que hay distintas formas de estudiar la distribución del ingreso y que en cualquiera de ellas la desigualdad no se ha profundizado desde 2003 a la actualidad. La Asignación Universal, la ampliación de las jubilaciones, la reducción del trabajo precario (aún modesta para los objetivos que deben plantearse) ayudaron a eso. Las tan vapuleadas retenciones y el impuesto a las ganancias (aunque está pendiente una reforma impositiva) mejoran la distribución. Además, leyes como el matrimonio igualitario o del peón rural reducen otras desigualdades. Nos parece muy preocupante que se realice una afirmación tan grave sin análisis ni datos. ¿Acaso Plataforma no pretende convencer a los que piensan distinto?
2)     Vemos con idéntica preocupación a la de los compañeros que desde los hechos del Parque Indoamericano en 2010 y la represión en Formosa, comience a agrietarse una de las grandes conquistas democráticas posteriores a los asesinatos de Kosteki y Santillán. Nos referimos a la máxima, tan criticada por los medios masivos, de que la policía concurra sin armas a las protestas sociales. El primer quiebre fue el asesinato de Fuentealba, con evidente responsabilidad de la policía provincial, que produjo una protesta de la CTA y de la CGT (incluyendo paro de actividades). El asesinato de Mariano Ferreyra, con gran repercusión, está siendo investigado y produjo la inédita consecuencia de un Secretario General gremial preso. Ese hecho parece no existir para Plataforma. Por nuestra parte, consideramos imprescindible que el gobierno nacional tenga una política consecuente con su política de derechos humanos en relación a los asesinatos ocurridos en Jujuy, Santiago del Estero, Formosa y otras provincias. Una política que logre retrotraernos a la situación previa a los primeros muertos en protestas en las provincias. Creemos firmemente que es necesario que todas las organizaciones sociales, sindicales y de derechos humanos tomen esta cuestión como central en su agenda. Ese es el desafío no sólo para el gobierno, sino también para muchos actores de la sociedad argentina.
3)     Todos los gobiernos, de izquierda o de derecha, construyen relatos. La pregunta no es si los intelectuales se sienten interpelados por esos relatos. La pregunta crítica es qué habilitan y qué obstruyen dichas narraciones. Honestamente, entre quienes apoyan las principales medidas de los últimos años, vemos énfasis bastante distintos, comentarios críticos, disputas relevantes e irrelevantes. La crítica a la ley antiterrorista ha sido la muestra más reciente de lo que afirmamos: hay un debate público. No vemos un discurso único, salvo que así parezca el acuerdo profundo en enfrentar los discursos de aquellos economistas que quieren llevar a este país a los años noventa.
4)  Existen disputas por la legitimidad política muy asociadas a los procesos de distribución económica. Y esas luchas son verdaderamente complicadas. No sólo porque una corriente progresista, que ha tenido diferentes capítulos en la historia del país, siga creyendo que las mayorías populares están engañadas, dado que han manifestado su apoyo a pesar de la supuesta “profundización de la desigualdad”. También, y principalmente, porque los poderes económicos y corporativos son mucho más reales de lo que un lector de la Plataforma podría suponer. En su texto no mencionan sus tensiones con el gobierno: esas tensiones serían “puro relato”. Pero todos hemos visto actuar a los grupos rurales, eclesiásticos, a los medios, a transnacionales, fondos buitre y gobiernos extranjeros. ¿Qué fueron esos hechos? ¿Pura ficción?
5)   Hoy se despliega en el país una tensión y una disyuntiva entre una concepción neodesarrollista, que en el fondo cree que mayores formas de inclusión y justicia serán alcanzadas gracias al crecimiento económico, y una concepción igualitarista que cree en un desarrollo integral, económico, social, ambiental y cultural. Para evaluar hacia dónde nos lleva una ley o una política no es suficiente mirar quién la vota: es imprescindible analizar sus efectos o no de transformación social.
6)     Que haya acciones y metodologías del gobierno que no compartamos (el INDEC, la minería contaminante), no nos lleva a creer que exista hoy en la Argentina la posibilidad de una construcción de izquierda que insista en desconocer los avances logrados en estos años. Un pensamiento crítico comprometido con lo que hay que lograr pero también con lo logrado intervendrá activamente en el debate acerca de lo que falta, que es un avance cualitativo en todos los terrenos de una mayor igualdad.

Quienes creen que nos encontramos ante el demonio y que todo lo que vivimos es solamente una fantochada, una puesta en escena, cometen el error de persistir en un análisis que elude los temas centrales de las políticas del gobierno y también hace silencio ante el papel de los poderes a los que se enfrenta. Ese error profundiza la idea de que hay dos trincheras. Cuando tengamos un debate con matices, percibiremos que no serán los mismos los argumentos de los compañeros de Carta Abierta (que no pueden ser calificados como “voceros del gobierno”) que los de Plataforma, pero tampoco los de sus integrantes.  Quien conoce a las personas por sus trayectorias, sus hechos y sus dichos, sabe que es bueno siempre juntarse, con el riesgo de que en el entusiasmo transmitido de unos a otros esa ausencia de matices pueda terminar en rejunte.


Firmas

Alejandro Grimson, Alicia Azubel, Victorio Paulón, Sandra Arito, Jorge Gaggero, Roberto Pianelli, Jorge Schussheim, Horacio Ghilini, Leopoldo Brizuela, Florencia Abbate, Eduardo Menajovsky, Marcelo Rudaeff (Rudy),  Claudio Ingerflom, Luisa Valenzuela, Norma Díaz, Paula Abal Medina, Rita Segato, Alfredo E. Lattes, Gustavo Tieffenberg, Daniel Etcheverry, Jorge Sarquis, Osvaldo Pedroso, Julián Rebón, Gerardo Aboy Carlés, Hugo Rapoport, Mónica Abramzón, Karina Bidaseca, Ariel Lupo, Laura Malosetti, Fabio Resino, Marta Dujovne, Jorge Kors, Nicolás Escobari, María G. Rodríguez, Damián Pierbattisti, Alejandro Falco, Estela Maidac, Alexandre Roig, José Lipovetzky, Nicolás Freibrun, Eduardo Smalinsky, Alcides Chiesa, Liliana Lukin, Víctor de Zavalía, Horacio Feinstein, Ana Cambours de Donini, Sonia Otamendi, Leda Schiavo, Sebastián Pereyra, Hugo Germano, Gabriel Noel, Daniel Mundo, Pablo De Biase, Ana Castellani, Martín Plot, Gustavo Dalmazzo, Juan Lo Bianco, Sergio Caggiano, Irma Zacaria, Juan Luis Fornero, Débora Gorbán, Cora Arias, Tukuta Gordillo, Graciela Jacob, Ariel Wilkis, Philip Kitzberger, Generación Política Sur, Juan Carlos Marín, Jessie Burgin, María Dolores Béjar, Sergio Viaggio, Jorge Battaglino, Alejandro Sehtman, Pablo de Marinis, Lucila Schonfeld, Carmen I. Lera, Víctor Rubenoff, Julieta Sorrouille, Miguel Angel Gutiérrez, Jorge Gio Fornieles, Gabriel Katz, Alejandro De Oto, Nicolás Diana Menéndez, Marcelo López, Camino Crítico/FADU, Mónica Pini, María Florencia Alcaraz, Mario Giacone, Emiliano Torterola, Claudia Feld, Miguel Dalmaroni, María Gil Araujo, Ana Laura Lobo, Carlos Schonfeld, Elsa Osorio, Gabriel Brener, María Casalla, Rodolfo Kaufmann, Martín Labarca, Nuria Yabkowski, Daniel Conte, Edgardo Bergna, Matías Freijedo, Vanesa Vazquez Laba, Pablo García Romero, Patricia Iujvidin, Roberto Faivovich, Silvia Crescini, Sergio Belkin, Maximiliano Caldakis, Ana Bugnone, Verónica Delgado, Laura Bernardo, Margarita Merbilhaá, Miguel Dalmaroni, Natalí Incaminato, Graciela Pozzi, Alejandra De Gatica, Matías Ugarte, Aurora Vázquez, Rayen Castro, Homero Saltalamacchia, Gloria Chicote, Ramiro Segura, Maria Esther Cavagnis, Analía Gerbaudo.

Agregá tu firma enviando un email a argumentos12@gmail.com

Más argumentos para el debate


Más argumentos para el debate

Argumentos surgió como una declaración colectiva para proponer nuevas formas de desarrollar el debate público. Es necesario y conveniente que los más diversos sectores sociales y políticos realicen propuestas y críticas a las políticas de los gobiernos. Pero también es importante, si queremos construir una sociedad más justa, que las denuncias o las contribuciones partan del reconocimiento de los cambios profundos en la sociedad argentina, en las políticas públicas y en la legislación vividos en estos últimos años. Las pinturas en blanco y negro raras veces son las más apropiadas para dar cuenta del accionar de un gobierno. Los gobiernos pueden tomar medidas que sectores de la oposición consideren apropiadas. Cuando los matices reemplazan el blanco/negro, la crítica comienza a distinguir aquello que contribuye a una mayor igualdad y aquello que la dificulta.
La teoría social nos ha enseñado que el poder real no siempre está en manos de los gobiernos y nunca un gobierno concentra todo el poder. No reconocer las tensiones entre gobiernos electos y poderes corporativos en la realidad latinoamericana actual plantea serios riesgos políticos. No se verifica el discurso único que denuncia Plataforma. Al contrario, los Estados son territorios surcados por ambivalencias, contradicciones y conflictos políticos. Muchas de esas tensiones atraviesan también a las organizaciones sociales.
Desconocer la extensa lista de los aspectos positivos de los cambios sociales y culturales argentinos de los últimos años impide comprender los sentidos que tienen las políticas públicas para los sectores populares. Plantea el riesgo de hacer política fuera de contexto. El contexto incluye a las políticas, sus efectos reales, las adhesiones y los sentimientos políticos. Hay dos formas clásicas en que la izquierda ha hablado fuera de contexto: una, queriendo que este país funcione como (cada quien creía que) funcionaban otros; dos, tomando cualquier hecho real y afirmando que esa parte es el todo: un gobernador es la Presidenta.
Ante el contundente triunfo electoral del gobierno en 2011 se nos pregunta si acaso los pueblos nunca se equivocan. Todos los seres humanos podemos equivocarnos. Nadie se “equivoca” fuera de las opciones reales ni fuera de las lógicas culturales. Pero, además, esta pregunta supone de manera oculta que los intelectuales y la izquierda nunca se equivocarían. En la historia argentina los intelectuales y la izquierda han realizado significativas contribuciones, pero también han cometido grandes errores. Todos los que hemos participado en estos movimientos sabemos cuántas veces desde las izquierdas nos hemos equivocado. Y vemos las persistentes dificultades para comprender a los peronismos. Esto obliga a una reflexión crítica. Nada prohíbe que uno sea objeto de su propio pensamiento crítico.
Trabajar para una sociedad más igualitaria en la Argentina requiere reconocer los sentidos del peronismo y del kirchnerismo para los sectores populares. Una perspectiva crítica debe comprender esos significados y, a la vez, rechazar los chantajes de ciertos dirigentes que afirman que toda crítica al Partido Justicialista, al sindicalismo empresario, no olvidar qué fueron la Triple A y el menemismo sería gorila. Por otra parte, tampoco resulta aceptable realizar esas críticas como si otras tradiciones políticas, incluidas aquellas de “izquierda”, estuvieran exentas de articulaciones con poderes diversos, de clientelismo, de prácticas gubernamentales o sindicales nefastas. Desde una perspectiva purista no hay “ismo” que esté a salvo de esos problemas.
Es necesario alentar estos debates desde valores ideológicos fuertes que atraviesan diferentes tradiciones políticas. Salir de la lógica de la identidad que sólo se pregunta si somos nosotros los que hicimos una propuesta política. Si son los buenos, se apoya; si son los malos, se rechaza. Hay otra manera: analizar el contenido de la propuesta; si contribuye a una sociedad más igualitaria, la apoyamos; si no lo hace, debatimos y la rechazamos. Si alguien que razona en función de la identidad (o sea, alguien que rechaza o apoya todo lo que proponga el gobierno) pasa a pensar a partir del contenido, se dará cuenta de que las identidades son bastante complejas.
Esto parece muy obvio. Pero lo que resulta muy evidente es que el debate político en la Argentina no se desarrollado ahora de este modo. El pensamiento y la acción política desde posiciones cerradas del tipo amigo-enemigo, blanco y negro, existen tanto en la derecha como en la izquierda. Un pensamiento crítico con matices, una crítica a la dicotomización no implica ignorar, sino todo lo contrario, que una mayor igualdad supone procesos necesariamente conflictivos. No se afectan intereses económicos, ideológicos o religiosos con sueños de armonía. Autonomía para decir lo que uno cree en cada contexto no es neutralidad ante las tensiones de nuestra vida social y política.
Pero una cosa es construir fronteras situacionales, como sucedió con la ley de matrimonio igualitario y la Asignación Universal, y otra muy distinta es anclar esa tensión en identidades dicotómicas que trascienden las situaciones concretas.
Puede percibirse un cierto agotamiento muy promisorio de la sociedad argentina frente a las dicotomizaciones trascendentes. Si bien muchos comentaristas políticos sostienen que la oposición se equivoca porque no se une, es posible plantear que el error de la oposición es justamente no haber comprendido que la sociedad ya manifestó su cansancio con la forma-dicotomización, un agotamiento del “anti”. A la vez, revisando los últimos años, podría argumentarse que el gobierno ha desarrollado diferentes estrategias en distintos momentos, pero que justamente en la actualidad su discurso y sus políticas apuntan a dificultar, más que facilitar, la emergencia de identidades dicotómicas, como “el campo”.
Esto implica una invitación a cambiar la lógica del debate en algunos espacios actuales en la Argentina. “Argumentos” es una declaración colectiva, cuyas coincidencias se encuentran en www.argumentos12.blogspot.com. Quienes tuvimos la iniciativa queremos contribuir a enriquecer los debates para una mayor igualdad y continuaremos trabajando por un disenso no sólo respetuoso, sino también productivo. Un debate público franco y claro también puede aportar a construir una sociedad más justa, libre e igualitaria.


Alejandro Grimson
Publicado en Página 12, 15 de enero de 2012